El día 11 de noviembre del año 2024, el obispo auxiliar de Madrid, Don Vicente Martín Muñoz, tras la apretada agenda del Cardenal Arzobispo, recibe a la Junta Directiva de la Asociación Capellanías de Guineoecuatorianos en España, quienes le presentan el proyecto que desarrollan y el plan de trabajo y acompañamiento que llevan a cabo los sacerdotes de las Capellanías en sus diócesis a sus respectivas comunidades de guineoecuatorianos.
El interés que despertó este proyecto y plan de trabajo en Don Vicente le hizo comprometerse para conocer a la Comunidad Guineoecuatoriana de Madrid. Cabe destacar que esta comunidad forma parte de las Capellanías de Guineoecuatorianos en España y está siendo acompañanada por el padre Joaquín Abaga que es el párroco actual de la parroquia de San José Obrero de Madrid, donde celebra mensualmente la misa. Y la providencia divina quiso que esta visita se hiciera realidad el sábado 31 de mayo de 2025, el mismo día que la liturgia de nuestra Iglesia celebra la VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA.
Así, este sábado 31 de mayo, el obispo visitó a la Comunidad de guieneoecuatorianos que celebra la Santa Eucaristía todos los cuartos sábados de mes en la Parroquia de San José Obrero de Madrid. Celebró el obispo una misa con ellos y fue un momento emotivo y festivo donde los guineoecuatorianos cantaron y animaron la Santa Misa como culturalmente se hace en nuestra tierra de Guinea Ecuatorial. Dicha celebración gustó mucho al obispo y a los demás asistentes no guineoecuatorianos; esa inculturación de la liturgia les resultó una sorpresa agradable.
Al final de la eucaristía, la comunidad guineoecuatoriana agradeció al obispo el detalle de la visita y le abrió las puertas a volver y repetirla siempre que su agenda se lo permita, y le regaló un icono bordado en tela de Nuestra Señor de Bisila. Igualmente, el obispo mostró su agradecimiento, por la celebración y la alegría que mostraron con el ritmo de los cantos durante toda la celebración con este espíritu que animaba a alabar a Dios.
Después de la misa, mesa. No podía faltar ese momento de compartir que caracteriza nuestra cultura. Tras la misa nos reunimos todos en los salones parroquiales donde se compartió una mesa común alimentada por la aportación de todos. Y, como todo buen encuentro religioso, no faltaron “las anitas” (blancas y negras) de los que disfrutamos todos, unos porque sabíamos lo que comemos y otros que, sin saber qué comen, pero merecía la pena por lo agradables que estaban al paladar. Así terminamos compartiendo la misa y la mesa para fraternizarnos.


