Anatomía Psicológica de las Pasiones Dominantes: La Envidia (Pecado Capital)

Francisco Javier Ondo Bindang

ÓNTICO SPSCOLOGICO.

El carácter social de la envidia ha sido un tema ampliamente estudiado por los psicólogos. Un hecho constatado es que esta emoción, las reacciones afectivas inducidas se producen por comparación con los demás y, tanto las cogniciones como eventualmente manifiestas, están dirigidas hacia o en contra de las personas que disponen de lo que carece el envidioso. Una característica de esta emoción es que su valoración moral suele ser muy peyorativa, hasta el punto de que es difícil que alguien admita padecerla, especialmente porque con ella se asume no sólo que se codicia lo que tienen los demás y se desea su mala suerte, sino que, de alguna manera se reconoce una inferioridad respecto a la persona que posee lo que se anhela.

La comparación social es uno de los procesos más relevantes implicados en el auto concepto y autoestima, ya que los demás sirven como criterio a la hora de valorar nuestras propias capacidades. La envidia se produce frecuentemente cuando los otros superan al envidioso en habilidades, logros, o en cualquier otra variable psicológicamente relevante, ya que la experiencia de envidia depende fundamentalmente de las cuestiones que en realidad son importantes a la hora de establecer el propio auto concepto.

En unas investigaciones obtuvieron como resultado principal que a pesar de que los procesos de comparación social son cruciales para que aparezca la emoción de envidia, ésta no se realiza de forma indiscriminada. De hecho, sólo son especialmente relevantes las comparaciones que se realiza con aquellas personas que son equiparables en los aspectos psicológicamente destacables que se consideran. Por ejemplo, la mayoría de las personas no incluyen en sus categorías para establecer comparaciones sociales a aquellos individuos que detectan títulos nobiliarios. De este modo, aunque una persona normal desee tener más dinero, no sentirá tanta envidia por la fortuna de un determinado conde, duque, o marques. Como por el incentivo económico percibido por un colega que ha realizado bien su trabajo. Por tanto, la envidia es una emoción sumamente injusta, ya que las personas con título nobiliarios suelen tener más dinero que el colega en cuestión y en la mayor parte de las ocasiones lo han conseguido con menos esfuerzo.

REPERCUSION DE LA ENVIDIA EN AMBITO DE LAS RELACIONES

Pasión de la envidia: recibe el nombre de envidia. Apunta a la raíz de la misma que es la perdida, el defecto y la carencia de ser. La dependencia del otro permite cubrir este vacío por que se identifica con su plenitud. Pero el precio es una nueva perdida de sí.

La envidia es una forma dolosa de llenar el vacío a través de los demás. Busca con angustia la razón de su defecto existencial y pone la clave de solución en las cualidades que se admiran.

  • Es un sentimiento de carencia que no se satisface nunca.
  • La característica principal de mi enea tipo es carencia, el vacío que necesita continuamente ser llenado desde el exterior.

El retorno al paraíso perdido es el propósito de la envidia. En vez de usar los recursos propios para restablecer la vuelta, se concentra en las dificultades que paralizan. Disponer de las cualidades y valores ajenos no pasar de ser una utopía. Solo es posible arar con los bueyes que se tienen.

  • La envidia es una de las características que nos define como persona con un intenso deseo.

Cada subtipo vive a su modo la pasión de la envidia. El sexual desde la intensidad del sentimiento y del odio. El social, desde la vergüenza. La conservación, desde la tenacidad y el aguante.

  • Sexual: aprendí a odiar en silencio desde muy niña.
  • Social: por tanto, la consecuencia es una vergüenza por esta carencia, lo que comparta un retirase del mundo externo que tiene más que yo y que pide lo que yo en mi “fantasía” no tengo y no puedo dar, a través de la mirada se apodera de nosotros.
  • Conservación: tengo que espabilarme sola o solo.

REPERCUSIONES DE LA ENVIDIA EN LAS RELACIONES CONSIGO MISMO

Se parte de la convicción de poseer una tara, un defecto, vinculado al ser. Se pasa la vida buscando definir en que consiste y en intentar solucionarlo la consecuencia es inmediata: la desvalorización propia junto con la necesidad de superarla mediante la recuperación del ser. El camino sensato de ser uno mismo, con limites inevitables, se ve suplantado por la voluntad impulsada por la envidia de ser como otro. El vacío se hace abismal.

  • Toda gira alrededor de llenar el vacío, desde la infancia hasta hoy.
  • La auto desvalorización permanente, estar tirando piedras contra el propio tejado.

En la envidia no existe alegría sino tristeza y sufrimiento. Siempre se pierde la guerra. Aunque se gane batalla. La competitividad puede dar triunfos, pero reafirma el mecanismo de comparación sobre el que se sustenta la envidia. Esta pasión dominante comporta un sentimiento de inferioridad y desvalorización que causa mucho dolor. Hay amputación de ser por lo que impacto sobre uno mismo es de incalculables proporciones. Se busca la soledad para evitar la comparación, pero se cae en el vacío.

REPERCUSIONES DE LA ENVIDIA EN LAS RELACIONES CON LOS DEMAS.

Podemos desglosar aquí el ámbito se las relaciones con los demás en dos sus ámbitos: a) el amor vivido en la pareja y en la amistad; b) el trabajo. ¿En que afecta la envidia en estos dos sub-ámbitos?

a) Amor (pareja y amistad)

La relación de pareja y amistad se concreta en la dependencia y el apego como formas parasitarias de vivir el amor. La envidia cifra sus pretensiones en suprimir la lateralidad y la diferencia, al menos cuando estas son vividas desde la inferioridad y la diferencia, al menos cuando estas desde la inferioridad. Esta tarea justamente dinamita las bases de amor, porque tanto la lateralidad como la diferencia son sus ingredientes básicos. La ruptura o la separación en tanto que perdida de referente envidiado, condenan la soledad y el vacío. No hay amor al otro sino utilización.

Hay una gran variedad de riesgo amoroso en los que inocula grandes dosis de manipulación. Existe sentimiento e intensidad, pero la envidia invalida el amor a través del odio, la disponibilidad como moneda de conquista, la asunción de los propios defectos y carencias por la pareja, la posesión de otro en la relación sexual, el uso de tácticas victimistas para despertar conmiseración, el predominio de las necesidades sobre las propias.

b) Trabajo

La comparación envidiosa en ámbito laboral se transforma en competitividad, indicador valorado con alta frecuencia. El sentimiento de inferioridad busca la superación poniéndose como mínimo al mismo nivel que los demás. No hay que se menos. La desvalorización es tan corrosiva que los propios logros no tienen demasiada importancia, ya que se está más pendiente de la carencia. De ahí su insatisfacción crónica. Puede haber mucha lucha, esfuerzo y exigencia, pero poco contentamiento. Cualquier cosa es susceptible de mejora y siempre es posible encontrar a alguien que supere las propias prestaciones.

La persona envidiosa experimenta grandes dificultades a la hora de compartir una tarrea o de realizar un trabajo en equipo. La dependencia aleja de la simetría, propia de una relación laboral entre compañeros. La competitividad se centra en la amenaza de sentirse inferior y en el intento continuo de comparación. El esfuerzo no encuentra reconocimiento y el hecho de jugarse la vida en el desempeño de cualquier oficio produce parálisis. Cuando se trabaja no hay abstracción de sentimientos, sino profunda implicación en lo mismo.

REPERCUSIONES DE LA ENVIDIA EN LAS RELACIONES CON DIOS, LO DIVINO, LO TRANSCENDENTE.

Lo divino, lo transcendente las observaciones no se enfocan desde una religión concreta o desde una confesión determinada.

a) El amor admirativo encuentra en Dios el ideal que busca y la plenitud que anhela. Al introyectar la fuerza divina (proceso inconsciente por el cual un sujeto incorpora, actitudes, ideas, creencias, ect de un individuo o grupos de individuos, previa identificación con ello) hay identificación con el transcendente y elevación personal. El amor es el rostro de Dios.

  • Ahora sé que hay algo superior y grande dentro de cada uno de nosotros, se está haciendo espacio en mi corazón. No sé si es el que quiere entrar en mi o yo en él.
  • Sospecho, creo, percibo, intuyo…que es una presencia que engloba todas nuestras presencias, la de todos los seres vivos.
  • Nunca lo he formulado así, pero me ha sugerido decir que Dios es testigo de mi vida y alguien me la devuelve, a mí, la referencia.

b) Una relación de exigencia con Dios, especialmente en súbdito sexual, puede desbocar en una actitud de odio hacia Él. Solo una comprensión más profunda de
su realidad abre nuevas perspectivas.

  • Mas bien odie a Dios sobre todas las cosas por haberme abandonado.
  • En algunas ocasiones me acuerdo de que le pedía, que exigía a Dios que me hiciera sentirme feliz, que me diera muestra de su amor hacia mí, pero nunca lo conseguía, entonces sentía tanta rabia hacia Él, que prefería pensar que no existía.

c) La espiritualidad da sentido a la vida. Resulta atractiva para el envidioso porque desplaza la centralidad a un mundo lejano, puede huir. Un criterio para discernir su calidad: el compromiso activo aquí y ahora.

  • La vida adquiere otra dimensión, incluso diaria que la vida adquiere sentido.
  • Pero claro, una cosa es lo que haga la iglesia y otra cosa es que la espiritualidad no exista.

Tres indicaciones sintetizan las relaciones con Dios, lo divino, lo transcendente: la dependencia, el vacío y la nostalgia. En el primero, se busca la seguridad del amor; en el segundo, la plenitud de la vida; y en el tercero, la añoranza de la divinidad y del paraíso perdido.

Según la biblia neotestamentaria, Dios rescata al hombre de la perdida (amorosa) mediante la misericordia: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1Tm 1,15). La envidia motiva la recuperación. El retorno a Dios, desde la óptica de la parábola del hijo prodigo (Lc 15,11-31), se vive desde la misericordia y nunca desde el juicio, desde la alegría y nunca desde la envidia. El padre propone al hijo que se goce por el bien de su hermano. La perspectiva no es la competitividad sino el bien del otro, que jamás debe vivirse como mal propio. Este es el antídoto de la enviada

SENTIDO MORAL

No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearas la casa de tu prójimo, ni su tierra ni su sierva, ni su buey, ni su asno ninguna cosa que sea de tu prójimo El que mira una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.

Estos dos mandamientos se refieren a los actos internos correspondientes a los pecados contra el sexto y el séptimo mandamientos, que la tradición moral clasifica dentro de los llamados pecados internos. De modo positivo ordena vivir la pureza (el noveno) y el desprendimiento de los bienes materiales (el décimo) en los pensamientos y deseos, según las palabras del señor «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

Jesús mismo explica que es del corazón del hombre de donde proceden “los malos pensamientos, muertes, adulterios, envidias fornicaciones ect. Ya en el ámbito específico de la castidad, enseña, «que cualquiera que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón (Mt 5,28). De estos textos procede una importante anotación para la moral, pues hacen entender cómo la fuente de las acciones humanas, y por tanto de la bondad o maldad de las personas se encuentra en los deseos del corazón, en lo que la persona «quiere» y elige. la maldad de la envidia, del adulterio, el del robo, estos malos pensamientos provocan la envidia hacia ciertas personas de tal manera que este mal pensamiento del deseo del otro te lleva al odio, y si se trata de un abierto te lleva al robo. El que decide robar un objeto, aunque no pueda hacerlo por un imprevisto, ha obrado mal.

Francisco Javier Ondo Bindang
Secretario General de las Capellanias de Católicos Guineoecuatorianos de España

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