Un jubileo es un tiempo sagrado de perdón, reconciliación y conversión. Esta tradición tiene sus raíces en el Antiguo testamento donde cada 25 años se celebraba un “año de gracia del Señor”.
Rvdo. P. Francisco Javier Ondo Bindang. Secretario de las capellanias

Este año de jubileo es un gran momento para vivir la esperanza, en medio de este mundo lleno de problemas, dificultades, de guerras y de división.
Los cristianos no podemos hacer camino sin tener presente a Jesús, porque cristo es el ente y después de nuestras vidas y con el tenemos la esperanza, pero también es necesario recordar que la esperanza cristiana, no es una convicción de que todo se arreglará al final, y que todo saldrá bien, la esperanza cristiana es certidumbre de que algo vale la pena en esta vida oscura, sin importar el resultado final.
El jubileo nos ofrece una oportunidad extraordinaria para que podamos alcanzar la salvación y nos ayuda a experimentar que la santidad de Dios puede transformar nuestras fidas, porque pone a disposición de todos los fieles católicos, toda la felicidad, para obtener la indulgencia plenaria, la que nos ayuda comenzar nuestro camino como el día que recibimos el sacramento de la iniciación cristina (el Bautismo) nos devuelve nuestra alma al estado que estuvo.
Durante el año 2025, los católicos podemos obtener la indulgencia en las peregrinaciones que podemos hacer hacia cualquier lugar sagrado jubilar, aquellas iglesias designadas para ello.
El papa Francisco inauguro oficialmente el jubileo de la esperanza 2025 con la apertura de la puerta Santa de la Basílica de San pedro el pasado 24 de diciembre. El paso a través de una puerta Santa durante el jubileo simboliza la entrada a una nueva vida en cristo y el inicio de un camino de conversión.
La conversión la necesitamos todos los cristianos y es un camino que debemos hacer día a día, caminar con Jesús cogido de la mano, porque Él es nuestro Antes y después de nuestras vidas.
Imploramos al Señor con esta bella Oración del año del Jubileo:
Oración del Jubileo
Padre que estas en el cielo,
la fe que nos has dado
en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,
y la llama de caridad
infundida en nuestros corazones
por el Espíritu Santo,
despierten en nosotros
la bienaventurada esperanza
en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme
en dedicados cultivadores
de las semillas del Evangelio
que fermenten la humanidad y el cosmos,
en espera confiada
de los cielos nuevos y de la tierra nueva,
cuando vencidas las fuerzas del mal,
se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia de jubileo
Reavive en nosotros, peregrinos de Esperanza,
El anhelo de los bienes celestiales
y derrame en el mundo entero
la alegría y la paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente y la gloria por los siglos.
Amén